lunes, 3 de febrero de 2014

“Tú vas a ser grande Xime, la pena es que yo no voy a estar para verlo”

“Tú vas a ser grande Xime, la pena es que yo no voy a estar para verlo”

Estas palabras tienen ya casi cuatro años y no vean que cuatro años. Tres libros, decenas de presentaciones, cientos de personas, miles de historias y sin embargo se resume todo en una persona, mi abuelo literario, Antonio.

Sé que soy un desastre emocional con las personas que me rodean, que pasó el día pensando en cómo solucionar un poquito  el mundo y que muchas veces olvido mi pequeña realidad, lo sé. Pero cuando me veo en un periódico, en la tele o en cualquier foto, lo veo a él, tan joven como siempre, valiente como ninguno y hablándome.

Antonio Monzonís, es aquel que un día me llamo Xime y se negó a quitármelo, a pesar de que no me gustara. Es aquél que un día me enseño que a las cosas malas hay que darles la importancia que merecen y que la vida de los años es todo lo que importa.

Al final todo se resume en un libro, donde se destruyen los muros de la edad para dar luz a las cabezas y calor a los corazones. Es cierto que, desde entonces,  la vida tiene otro color pero saben un secreto, yo tuve suerte. La suerte de perderme en historias de antaño para no cometer los errores del pasado, de dar importancia a nuestros mayores y de encontrar a Antonio.

Abuelo, yo ya soy grande porque lo tengo todo. Amigos de verdad, que siempre dan una mano cuando las lágrimas quieren salir, una familia con la que discrepar en todo pero que sin ellos no entendería esta vida, una novia que es todo corazón y el cariño del lector más grande, tú.

Llegar algún día a que me recuerden por mi poesía es lo que menos me interesa porque lo importante, como tú me has enseñado, es el camino.


Xime 


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