Escribiré para tus ojos la tarde,
intentando sobornar a tus pupilas
para que caigan sobre las líneas de mis letras,
entonando el llanto de una ambulancia
mientras me acompaña de la mano
el corazón de alguna muerte inquieta.
Y una vez ciega, si quieres puede ser de amor,
buscaré el tacto perfecto de tu boca.
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