domingo, 12 de mayo de 2013

Reto: Cien palabras para un poema

(Basada en hechos NO REALES)


Después de estos momentos acudo
al resonar inquieto de mi alma,
bailando con la soledad inefable
en el vaivén mediocre del mañana.

Ocultando mi oscuridad indestructible
en la justicia que tu lealtad esconde,
siendo mi semen la única certeza
de esta revolución construida sobre arena.

Toda mi esperanza es el olvido,
el susurro fucsia que guarda tu clave,
el deseo  desangelado de la utopía,
el placer de vivir tus besos en libertad.

Sin embargo tú, sirena de plata,
vives en la burbujas de la broma,
dejando tu sensualidad en aquel desierto
donde guardas mi amor en tu mentira,

haciendo de la pureza mi tristeza,
cuando aquel brujo de la ignorancia
decidió disfrazarte de ausencia
ofreciéndote la experiencia de ser lesbiana.

-Yo te quiero-  te grité valiente,
buscando la  luz de la alegría  
en el orgasmo de una hamburguesa,
volviéndome poeta para soñar

con los enanos celestes de la euforia
y para no caer en la persuasión  repetida
de los amores del espejo.
Y me volví fascista (tonto del bote)

dando un golpe de estado en las estrellas
(al cual puso paz mi madre y sus collejas)
basando  mi libertad en la clarividencia
de que el Betis se acercaba al abismo.

Y di mi aliento a aquella pasión,
adicto a la quimera de la Champions,
vendí su supremacía estelar
a las propinas de la Administración Central

y tan típico como tacaño, Rajoy,
no me dio lo ni para una lavadora,
tendiendo los tangas de mi suegro
en los pétalos de una orquídea.

Y me llamaste gaznápiro
por no saber hacer un rectángulo
con los besos de la podredumbre,
cogiendo en tu solsticio aquel trauma

donde, como buen bárbaro,
me hice gigoló de la luciérnaga
que llevaba en tu graduación
el vestido color turquesa.

Después llegó otro solsticio
y con el humo sórdido de la cachimba,
mientras Mary Poppins cantaba
aquello de “ supergrafilisticoespialidoso”,

pensé en defenestrar
tu incredulidad por ventana,
fumando chocolate y amotinado
por aquella asociación de singles

llamada “huevones”, de huevón,
haciéndome,  a mi voluntad, estajanovista,  
contra toda serenidad pactada
y a contraluz de mi fidelidad.  

Por supuesto, debes de saber,
que me curaron esa voz cacofónica,
culpable del encuentro y la catarsis
 en la cama indomable de Nuria.

Pero entre tanta solemnidad
llego el día de mi ánima
y después de cien palabras
sigo buscando el resonar inquieto

en el segundo verso de este poema.

FIN.





No hay comentarios:

Publicar un comentario