El fruto más sabroso de mi recuerdo es la inocencia. Una
inocencia que la desnuda a mi paso y
aleja a la envidia que la enmarca. Nadie es actor secundario, todos
ocupan la primera fila del telón. Las cartas no tienen dirección, son del
primero que se adueña de ellas y todo capítulo de su historia es anónimo. Nadie
me nombro a ningún héroe nacido en ella, yo recuerdo a todos los que cuidan del
mar para que el mar cuide de ellos. Últimamente vale más el dinero que la
dignidad en esta rama, por eso el miedo y la rabia forman parte de muchas
familias, las mismas que ven en el futuro no un derecho, si una utopía.
Me detengo delante del fuerte donde duermen los barcos, todo
lo dicho antes no se compara con esto, aquí todo parece más humano, será porque
el silencio toma el papel de guía o porque las navajas visten canas o
simplemente, porque en verano, el mar decide serle fiel a todos sus amantes.
En las ciudades todo es diferente, es todo ruido, inútil,
sin sentido, el tiempo es una calle donde los extraños juegan a encontrarse y
el corazón siempre anda triste por algún motivo. Me encuentro con un señor que
discute con la muerte y estoy seguro de que es inmortal. Es difícil de explicar
con palabras pero se puede decir que no ha perdido la costumbre de mirar al
cielo. Me para y me pregunta por la vida, yo resumo mi historia en una sonrisa,
la misma que él me devuelve sin entenderme.
Este lugar parece tener todas las respuestas. Yo me miro en
la sombra de los barcos y veo la dureza con la que te trata la opinión ajena.
Mi padre es pescador de nacimiento, nunca tuvo patria pero si madre. Trabaja
desde los doce años y el tiempo solo le regala fatiga. Muchos dicen que Carboneras no ha tenido suerte, que su
biografía es fruto de un dulce fracaso. La suerte no tiene letra ni himno por
eso, contra lo que todos dicen, decidí buscarla en mis padres, en la certeza de la duda.
Un arco iris de
piedra me invita a sentarme, lo hago y sigo el ejemplo de aquel hombre viejo desgatado
por la vida. Miró al cielo, parece que no hay nada más. A veces pienso que el
hombre invento mal el mundo, no sé quien creó los segundos pero merece ser juzgado poéticamente.
Muy bueno Simón.
ResponderEliminarADEMÁS DE POETA ERES UN ESCRITOR NATO Y PSICOLÓGICO AUNQUE LA PROSA TIENE ALGO DE POÉTICA POR SUS METÁFORAS FILOSÓFICAS, SI SIGUES ASÍ SERÁS MÁS GRANDE DE LO QUE ERES Y YA ERES GRANDE....ME GUSTA MOGOLLÓN, COMPARABLE CON LOS BUENOS ARTICULISTAS....PERO AHORA TIENES QUE ATREVERTE A SABER HACER RELATOS Y MANTENER AL LECTOR CON ATENCIÓN CONSTANTE....,SINO EL LENGUAJE SE CONVIERTE EN PERIODÍSTICO E IMPÓLUTO....ADELANTE SIMÓN CADA VEZ ME SORPRENDES MÁS Y POR ELLO TE QUIERO MÁS. ABRAZOS
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