Agito el latido de las columnas,
su corazón,
el que se cubre en mármol,
el que se cubre
en una túnica de espinas.
A él, tejido por las lágrimas vagabundas
que se escapan del cielo,
lo agito roto, lo agito mientras
me golpea ruidosamente el silencio,
él me presento al viento,
él me llevo al exilio de las almas.
Podría llorar, pero sigo muerto,
muerde mi nuez la tristeza
que inunda la prudencia
que habita en los cuerdos.
Construyo un barco de papel,
llevo a la soledad
el rostro de mis recuerdos.
No confió en la humildad,
ella me fallo muchas veces,
supongo que pago el traje
que visten los necios.
Débil, así defino al amor,
así juzgo a la palabra,
así me defino, débil.
No hay comentarios:
Publicar un comentario