domingo, 15 de abril de 2012

El rostro de mis recuerdos

Agito el latido de las columnas,

su corazón,

el que se cubre en mármol,


el que se cubre

en una túnica de espinas.


A él, tejido por las lágrimas vagabundas

que se escapan del cielo,

lo agito roto, lo agito mientras

me golpea ruidosamente el silencio,


él me presento al viento,

él me llevo al exilio de las almas.


Podría llorar, pero sigo muerto,

muerde mi nuez la tristeza

que inunda la prudencia

que habita en los cuerdos.


Construyo un barco de papel,

llevo a la soledad

el rostro de mis recuerdos.


No confió en la humildad,

ella me fallo muchas veces,

supongo que pago el traje

que visten los necios.


Débil, así defino al amor,

así juzgo a la palabra,

así me defino, débil.

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