Cuando entro por estas puertas
las paredes parecen cascadas,
y el estar rodeado de gente
solo confirma mi soledad,
Lucho durante todo un periodo
largo, telonero del cansancio,
pero que deseo con toda mi fuerza,
y no como este otro donde cada día
mi hambre de cultura es mayor
pero sin embargo, no puedo saciarlo.
Me crea nostalgia, y lo confieso,
el no poder perderme en un cuadro,
en una pieza de música o de fruta,
en una noche, en una luna,
en un origen, raíz de mi tierra,
cóncava o convexa, buscando
un verso desnudo e indefinido
en nuestra larga y muriente vida.
Siento en este momento odioso
como habita en mi pluma
el perfume de las musas
que habitan la mediocridad,
una musa triste y vagabunda,
como son las musas que visten
los sueños de la pasión
destruidos por la realidad.
No culpo a nadie de ello,
pero tampoco salvo,
y por mucho que lo intento al día
no comprendo las tesis y teorías
de ser quien yo quiero,
pues se resume para mí
la esencia de la palabra alegría,
en la estructura de una lágrima.
Al final de este difícil poema,
de esta inexistente lira,
solo ensucio papeles de tinta
apoyando mi cabeza sobre el hombro
de una copa de melancolía.
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